Si hay un cine que coloca el diálogo como pilar fundamental de este arte, es el argentino. "Martín (Hache)", de Aristarain, es una de las películas más representativas en los últimos 20 años de esta forma de entender el séptimo arte. El film de Aristarain se compone exclusivamente de cuatro personajes y conversaciones, muchas conversaciones entre ellos.
Hache es un chaval de 19 años de Buenos Aires que sufre una sobredosis de cocaína que es interpretada por su familia como un intento de suicidio. El chico está un poco perdido, no consigue encontrar un rumbo a seguir ni intereses que le satisfagan, pero está muy lejos de ser un suicida, aunque nadie le cree. Lleva 5 años sin ver a su padre, así que su familia piensa que lo mejor para que se centre es enviarlo a vivir a Madrid con él.
Su padre es Martín, argentino también pero residente en España desde hace 20 años, un acomodado director y guionista de cine solitario. Altivo, arrogante, se trata de un personaje con un complejo de superioridad que no se esfuerza en disimular. Lo que más odia Martín es la mediocridad, cosa que durante toda la película se va a encargar de dejarnos bien claro.
Los otros dos personajes son Alicia y Dante. Alicia se dedica al montaje audiovisual. Es la pareja de Martín, al que ama e idolatra por igual, a pesar de ser mucho más joven que él. Dante es amigo de Martín y Alicia, un talentoso y peculiar actor que probablemente sea el mayor hedonista que haya dado el cine.
Y no se necesita más. Con ellos el director nos regala una película genial, de ésas que te mantienen boquiabierto mientras ves hablar a sus protagonistas. En ella se reflexiona sobre las relaciones paterno-filiales, el amor, la amistad, las drogas, el sexo; los personajes debaten de manera brillante sobre política, ideología, música, literatura, etc. Todos están perfectamente construidos y desarrollados, cada uno con características propias, pero los cuatro detentan una complejidad impresionante. De hecho, probablemente ése sea el único "pero" que se le puede poner a la película: los personajes son tan perfectos que si eres un espectador muy exigente, los puedes considerar inverosímiles. No debe ser nada fácil encontrar personas así en "la vida real".
Los lazos afectivos entre los cuatro son el verdadero argumento de la película. Son como una cuerda que se va tensando conforme va avanzando la historia, en base sobre todo a la relación amorosa de Alicia y Martín y a la preocupación por la situación de Hache que tienen los otros tres, y sobre la que mantienen opiniones bien diferentes.
El guión, por tanto, es el pilar central sobre el que se sustenta la peli. Una exquisita obra de artesanía literaria puesta al servicio de cuatro actorazos que bordan sus papeles. De él emanan unos diálogos fantásticos, a la altura de los mejores Mankiewicz o Wilder. A día de hoy, con el peso que la acción externa ha adquirido en el arte audiovisual, no es posible encontrar diálogos de este calibre (a excepción, probablemente, de Mad Men y Woody Allen). Una obra clave del cine de los 90 de un director tristemente poco prolífico y conocido.
Nota: 9/10.
Lo mejor: sus diálogos y sus personajes.
Lo peor: poco creíble el control que tienen sobre el consumo de drogas.
Otras películas interesantes del director: Lugares comunes, Un lugar en el mundo, Roma.