El
“gett” es el divorcio religioso judío. En Israel existen dos
maneras de disolver un matrimonio: el divorcio civil no supone mayor
problema, es concedido con rapidez y separa a la pareja de inmediato;
más difícil resulta acceder a un divorcio religioso, puesto que
conlleva un procedimiento más largo y muchas probables dificultades
si no hay un acuerdo mutuo en la pareja.
El
gett tiene que llevarlo a cabo un Tribunal Rabínico, órgano
colegiado formado por tres rabinos. Sólo a través de este tipo de
órgano es posible conseguir el gett. Se trata de un procedimiento
que apenas se dilata un par de horas, lo suficiente para escuchar a
las partes y los testigos que, en su caso, sean necesario. Ahora
bien, ¿qué sucede cuando uno de los dos miembros de la pareja no
está dispuesto a acabar con el matrimonio? Es aquí donde se
manifiestan los problemas. En principio, el gett no se concede sin el
acuerdo de ambas partes. El Tribunal no puede obligar a disolver el
matrimonio judío si no existe conformidad de ambos cónyuges.
Ahora
bien, la discriminación sexista de este proceso la encontramos en
las prerrogativas con las que cuenta el Tribunal, que son algo
diferentes dependiendo de qué cónyuge se niegue a conceder el gett.
Si el hombre se niega, la mujer no puede volver a casarse, ni tener
relaciones ni contacto con otros hombres mientras el matrimonio no
llegue a su fin. Los rabinos pueden tomar medidas coercitivas si se
da este caso: retirar el permiso de conducir al marido, cancelarle
las cuentas bancarias o, incluso, en casos extremos, penas de
prisión. Pero nunca se le va a permitir a la mujer volver a casarse
ni estar con otros hombres mientras esta negativa se mantenga. Es el
marido el que tiene la última palabra. Sin embargo, en el caso
contrario, si la mujer se niega a conceder el divorcio, el Tribunal
tiene la potestad, además, de dar permiso al marido para que
mantenga relaciones con otras mujeres.
Hasta
aquí las características que significan una discriminación expresa
en lo referente al gett. La otra, la que siempre aparece en temas de
género, es la discriminación tácita. En Israel hay cientos de
mujeres atrapadas en matrimonios no deseados, mientras que sólo se
conocen dos casos de hombres que quieren acceder al divorcio y no lo
consiguen por la negativa de sus mujeres. El término para describir
a estas mujeres retenidas en matrimonios fracasados es “agunah”
(encadenada).
En
este contexto se desarrolla “Gett: el divorcio de Viviane Amsalem”.
En el film se expone la desesperación de la protagonista, que ve su
vida convertida en un infierno debido a la terca negativa de su
marido a concederle el divorcio. La película no sigue los códigos
narrativos clásicos del cine, ya que la acción transcurre por
completo en la sala del juzgado, y el desarrollo temporal utiliza al
menos media docena de elipsis de entre dos y seis meses entre
sesiones. El planteamiento de la película es bastante aséptico, en
el sentido de que no se nos muestra en ningún momento lo que pasa
fuera de la sala: cómo son o eran las discusiones entre la pareja,
si hubo malos tratos, ni siquiera se ahonda en exceso en los motivos
por los cuales ella quiere divorciarse. Queda bastante claro que los
directores no querían intoxicar la trama con estas cuestiones, sino
hacer una exposición más rasa: Viviane quiere divorciarse de su
marido, por los motivos que sea, no lo ama y eso ya es suficiente,
no es necesaria más justificación.
Nos
encontramos por lo tanto ante una obra de denuncia social. En ella se
reprueba la preferencia de una dogmática institución como el
matrimonio sobre la libertad individual de la persona. Viviane va a
tener pocos aliados en su lucha contra la teocracia, los
convencionalismos y el machismo existente en diversas facetas de la
cultura judía: la religión, la justicia, el Estado, la familia o el
sexo. Pero su determinación es firme, y no está dispuesta a ceder
ante el aluvión de mentalidades falocéntricas que pretenden
mantenerla encadenada eternamente.
Nota:
7/10.
Lo
mejor: como tantas otras veces, el cine nos brinda la oportunidad de
conocer realidades que de otra forma seguiríamos ignorando.
Lo
peor: la explicación de los cuatro primeros párrafos de la crítica
no está incluida en la película, se hubiera agradecido.
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