martes, 13 de octubre de 2015

Gett: el divorcio de Viviane Amsalem. 2015. Shlomi y Ronit Elkabetz.

     El “gett” es el divorcio religioso judío. En Israel existen dos maneras de disolver un matrimonio: el divorcio civil no supone mayor problema, es concedido con rapidez y separa a la pareja de inmediato; más difícil resulta acceder a un divorcio religioso, puesto que conlleva un procedimiento más largo y muchas probables dificultades si no hay un acuerdo mutuo en la pareja.

     El gett tiene que llevarlo a cabo un Tribunal Rabínico, órgano colegiado formado por tres rabinos. Sólo a través de este tipo de órgano es posible conseguir el gett. Se trata de un procedimiento que apenas se dilata un par de horas, lo suficiente para escuchar a las partes y los testigos que, en su caso, sean necesario. Ahora bien, ¿qué sucede cuando uno de los dos miembros de la pareja no está dispuesto a acabar con el matrimonio? Es aquí donde se manifiestan los problemas. En principio, el gett no se concede sin el acuerdo de ambas partes. El Tribunal no puede obligar a disolver el matrimonio judío si no existe conformidad de ambos cónyuges.

     Ahora bien, la discriminación sexista de este proceso la encontramos en las prerrogativas con las que cuenta el Tribunal, que son algo diferentes dependiendo de qué cónyuge se niegue a conceder el gett. Si el hombre se niega, la mujer no puede volver a casarse, ni tener relaciones ni contacto con otros hombres mientras el matrimonio no llegue a su fin. Los rabinos pueden tomar medidas coercitivas si se da este caso: retirar el permiso de conducir al marido, cancelarle las cuentas bancarias o, incluso, en casos extremos, penas de prisión. Pero nunca se le va a permitir a la mujer volver a casarse ni estar con otros hombres mientras esta negativa se mantenga. Es el marido el que tiene la última palabra. Sin embargo, en el caso contrario, si la mujer se niega a conceder el divorcio, el Tribunal tiene la potestad, además, de dar permiso al marido para que mantenga relaciones con otras mujeres.

     Hasta aquí las características que significan una discriminación expresa en lo referente al gett. La otra, la que siempre aparece en temas de género, es la discriminación tácita. En Israel hay cientos de mujeres atrapadas en matrimonios no deseados, mientras que sólo se conocen dos casos de hombres que quieren acceder al divorcio y no lo consiguen por la negativa de sus mujeres. El término para describir a estas mujeres retenidas en matrimonios fracasados es “agunah” (encadenada).





     En este contexto se desarrolla “Gett: el divorcio de Viviane Amsalem”. En el film se expone la desesperación de la protagonista, que ve su vida convertida en un infierno debido a la terca negativa de su marido a concederle el divorcio. La película no sigue los códigos narrativos clásicos del cine, ya que la acción transcurre por completo en la sala del juzgado, y el desarrollo temporal utiliza al menos media docena de elipsis de entre dos y seis meses entre sesiones. El planteamiento de la película es bastante aséptico, en el sentido de que no se nos muestra en ningún momento lo que pasa fuera de la sala: cómo son o eran las discusiones entre la pareja, si hubo malos tratos, ni siquiera se ahonda en exceso en los motivos por los cuales ella quiere divorciarse. Queda bastante claro que los directores no querían intoxicar la trama con estas cuestiones, sino hacer una exposición más rasa: Viviane quiere divorciarse de su marido, por los motivos que sea, no lo ama y eso ya es suficiente, no es necesaria más justificación.

     Nos encontramos por lo tanto ante una obra de denuncia social. En ella se reprueba la preferencia de una dogmática institución como el matrimonio sobre la libertad individual de la persona. Viviane va a tener pocos aliados en su lucha contra la teocracia, los convencionalismos y el machismo existente en diversas facetas de la cultura judía: la religión, la justicia, el Estado, la familia o el sexo. Pero su determinación es firme, y no está dispuesta a ceder ante el aluvión de mentalidades falocéntricas que pretenden mantenerla encadenada eternamente.



Nota: 7/10.

Lo mejor: como tantas otras veces, el cine nos brinda la oportunidad de conocer realidades que de otra forma seguiríamos ignorando.

Lo peor: la explicación de los cuatro primeros párrafos de la crítica no está incluida en la película, se hubiera agradecido.

No hay comentarios: